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Um conto, dois contos, três contos...

aqui vão alguns dos meus escritos para você lerem e comentarem.

22 setembro, 2008

La casa de la culpa

― Pero... Sabrina...
La manera como lo miró hizo él parar con la insisténcia. Cristiano sabía que no sirvía de nada persistir, pues la novia no mudaría de opinión.
― Vá de una vez, Cristiano. – dijo ella. – Quiero verla.
Sabrina era la novia de Cristiano y a ella le gustaría buscar su amiga Julia. Pero aquel momento no podría y ya había prometido que iba a buscarla. Ya era noche y para Julia era peligroso salir sola por la calle. Las dos vivian cerca, pero no tan cerca. Entónces, estando el novio em su casa de pronto lo invitó a hacer el favor. Sin embargo no lo quiso acompañar por um dolor de cabeza.
Cristiano y Julia hasta mucho tiempo tenían problemas de relacionamento y estaban siempre pelando, no podrían mirarse. Sabrina creía que era celos por ser la mejor amiga de la otra, pero no sabriá de verdad.
Y la se fue el muchacho, enrabiado por hacer el favor.
Julia también no creyó que la amiga había hecho esto y cuando Cristiano llegó en su casa lo miró espantada sin saber lo que decir.
― ¿Qué quieres? – le preguntó ella.
― Sabrina...
― Sí, sí... ya lo imagino. ¡Ándale! – dijo ya cierrando la puerta de su casa.
Fueran los dos silenciosos por la calle. Pensavan uno en el otro, con rabia de la situación. Pero no tenían lo que hacer, faltaban pocas manzanas y era solo esperar.
El cielo no estaba contente aquella noche y de un momento a otro se quedó negro y empezó a llover. Primer flaquito, depuén más, y más, y más. Cristiano no pensó dos vezes antes de arrastrar Julia para dentro de una vieja casa de madera.
La casa parecía estar abandonada hasta muchos y muchos años y tenía un holor de madera podre, limo y tierra mojada de lluvia. Estaba mucho escuro en la casa porque las ventanas estaban cierradas. Solamente por la puerta, o donde debería haber una puerta, es que pasaba un poco de luz.
― ¡Era solo lo que me faltaba! – gritó Julia en medio al ruído de la lluvia.
― Era solo lo que faltaba a mí. – respondió Cristiano. – Quedarme preso a una casa vieja y abandonada con esta persona loca.
― ¿Loca? Tu que eres un loco. O mejor, loca es mi amiga que te tiene como novio. No podría escoger el peor.
Así se quedaron pelando y haciendo una discución que no tendría fin. Y la lluvia no terminaba. Ni el móbil funcionaba dentro de la casa.
― Sinceramente yo no tengo idea de como una chica tan buena como Sabrina fue noviar contigo. Creo que ni sabe besarla com ella merece. Ni es cariñoso lo suficiente. Eres um groserón.
― Pues yo que no comprendo como puedes decirme algo así, ya que tu nunca me has besado. - dijo él riéndose.
― Gracias a Dios que esto nunca ha acontecido. Debe ser horrible.
― Si no me besas nunca habrá de saber.
― Solo puedes ser loco, ¿no? ¿Qué está diciéndome?
Julia no tuvo tiempo de saber la respuesta, pues cuando pircibió los labios de Cristiano ya presionabam los suyos con gran intensidad. Ella tentava desvencillarse encuanto él tentaba segurala. Fue cuando puso su mano en el cuello de la chica por debajo de su pelo que ella se entregó totalmente al beso.
Pronto percibieran lo que estaban haciendo y despegaranse, locos de deseo y locos de verguenza por la situación.
Julia volvió corriendo para casa sin importarse com la lluvia. Cristiano esperó terminar la lluvia y volvió para su novia.
Sabrina nunca más habló con la amiga y poco la vió, y Cristiano nunca dijo nada sobre la vieja casa abandonada, porque la culpa lo dejava tonto y sentíase condenado por toda la vida.

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